Él Telescopio espacial James Webb ofrece a la astronomía una nueva mirada al universo. Estrellas, galaxias, cúmulos estelares y muchos otros eventos en el vasto terreno sideral por el que nos movemos han sido captados de una manera diferente por este nuevo observatorio orbital.
La distancia que puede capturar es su principal característica. Llegar a los orígenes más primitivos del universo es su objetivo. Sin embargo, esta característica hace que lo que sucede en las regiones “más cercanas” se aprecie con mucha mejor calidad.
Recientemente se ha captado un hecho que no ocurre con mucha frecuencia para la astronomía. Científicos de la NASA registraron el momento antes de que una estrella masiva alcance la fase de supernova; muerte de una estrella como nuestro Sol.
Mediante una explosión de magnitudes difíciles de imaginar, el cuerpo celeste libera una cantidad impresionante de energía que genera un brillo y una paleta de colores sorprendentes para los observatorios terrestres.
No es sólo un espectáculo visual. Los expertos en este campo estudian cada uno de los elementos liberados que, irónicamente, forman parte del comienzo de una nueva vida, ya que el polvo cósmico producido por esta formación tiende a formar nuevos planetas.
Una estrella a 15.000 años luz de distancia
Todo lo anterior fue captado por James Webb en una estrella llamada WR124, en la constelación de Sagitario, a unos 15.000 años luz de distancia. La etapa anterior que capturaron los científicos se llama Wolf-Rayet (WR).
Este es el momento previo en el que comienza la danza de eyecciones de elementos como gas y polvo que forman un halo de gas, según reseña DW.
Justo en esta etapa que precede a la supernova, la estrella se desprende de sus capas exteriores. Explican que esto ocurre por un período muy corto que hace muy difícil su registro.