El cáncer de cuello uterino es una enfermedad que afecta con mayor frecuencia a mujeres entre 30 y 50 años de edad. Según cifras estimadas del Ministerio de Salud (Minsal), unas 1.500 mujeres son diagnosticadas con esta condición cada año, una cifra poco alentadora que se agrava aún más cuando se registran cerca de 600 muertes provocadas por este tipo de dolencia.
A pesar de ser una realidad que cobra un alto número de víctimas, no existe una campaña lo suficientemente fuerte enfocada a su prevención y mucho menos una iniciativa que promueva métodos para detectarla a tiempo.
Por ello, un grupo de mujeres afectadas por este cáncer han acordado realizar una actividad que tendrá lugar el próximo 26 de marzo en la playa de El Faro de La Serena, coincidiendo con la misma fecha en la que se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Cuello Uterino.
Graciela Fernández, una de sus principales impulsoras, quien también se encuentra en tratamiento por la enfermedad, comenzó a dar gestiones para organizar el evento. Eso sí, gracias al apoyo de otros involucrados -hasta el momento unos 16- se ha podido realizar un trabajo conjunto y hacer posible esta instancia, con el principal objetivo de convocar a la mayor cantidad de personas para enseñar sobre el cuidado de esta enfermedad. .
“Debemos pensar en un rango de edad muy amplio, porque según mi experiencia hay muchos jóvenes que son portadores, pero también hay mujeres mayores de 60 años que también están en tratamiento. Entonces, nuestra idea es poder entregar un mensaje claro, siempre con un enfoque concentrado en las acciones preventivas, porque este cáncer es perfectamente tratable si hay un control oportuno”, declara.
Según palabras de algunos organizadores del evento, urge atender este problema, más aún considerando que desde fuera se asocia erróneamente a esta enfermedad como causa de abandono por parte de los afectados. Así lo confirma Fernández, quien desde el momento en que conoció su caso, vivió en carne propia esta situación.
“Es un aspecto curioso, porque las mujeres que son diagnosticadas con cáncer de cuello uterino reciben un estigma, porque muchas veces se cree que es consecuencia de la promiscuidad, cuando en realidad no lo es. Por eso, nuestra iniciativa también busca eliminar todos estos prejuicios y brindar a los asistentes información útil y confiable sobre esta condición”, asegura.
Una opinión similar es la de Patricia Velasco, también portadora, y quien actualmente es atendida en el Centro de Oncología del Hospital Van Buren de Valparaíso, en constante viaje entre La Serena y la Ciudad de Buenos Aires. Para ella, teniendo como énfasis principal tener una cercanía con un público más joven, ya través de una buena educación, esta actividad sería de gran ayuda para tener un impacto inmediato, especialmente en adolescentes y adultos primerizos.
“Se necesita más información, especialmente una campaña que esté alertando constantemente a los jóvenes. Aquí lo principal es hacerles entender que si bien puede ser un problema, es deber de cada uno hacerse periódicamente procedimientos como el Papanicolaou, porque en su etapa inicial (cáncer) es indetectable, pero si es localizado a tiempo, muchas mujeres podrían salvarse. de un mal resultado”, dice.
Además de todos los métodos preventivos del Cáncer de Cuello Uterino, otro de los puntos que la campaña intentará visibilizar está relacionado con la lucha que suelen vivir las mujeres portadoras del padecimiento en su lucha por sanar.
Magdalena Bugueño, quien actualmente se recupera lentamente de largas sesiones de quimioterapia, señala que tiene una mentalidad fuerte y decidida, gracias a la cual ha ido superando una situación complicada.
“Es todo un tema, porque no todo el mundo tiene esa fuerza, sobre todo teniendo en cuenta que con solo decir la palabra cáncer, para algunas personas es sinónimo de muerte. Personalmente, no fue así. Desde el primer día supe que sería un proceso largo y pude prepararme para lo que vendría. Sí reconozco que lo más difícil fue explicarle esto a tus hijos, porque sufren contigo y es algo que duele mucho como madre”, sostiene.
Del mismo modo, Natalie Miranda, diagnosticada hace un año, adopta una postura similar. Sin embargo, destaca que este no es un punto menor a abordar dentro de la campaña, pues además del afectado, existe toda una red de apoyo encargada de apoyar al paciente en el período de curación. De esta manera, es de vital importancia darlo a conocer.
“Es súper duro, porque el tratamiento es muy invasivo para el cuerpo y trae muchas secuelas. Uno puede ir con la mejor energía y disposición, pero someterse a todos esos cuidados y con la familia consciente de ello, es muy fuerte. Hay veces que hasta quiero tirar la toalla, pero si dejo el tratamiento me muero y sería un golpe muy duro para ellos”, afirma.
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